La siguiente entrada fue parte de un artículo que escribí junto con el Arq. Rafael Tobar de Estudio Vida. He querido publicarlo hace meses, pero siempre lo dejaba para otro día. Hoy es ese día.
La revitalización del dominio público urbano depende de la reintegración de la escala humana, la accesibilidad peatonal y la diversidad de usos dentro del contexto arquitectónico que define las vías y espacios de la ciudad. Desde mediados del siglo XX, el diseño y desarrollo de nuestras ciudades ha seguido la mala interpretación de los modelos de LeCorbusier y otros arquitéctos y teoristas, al igual que el modelo suburbano desarrollado en Estados Unidos. Éstos buscaron asentar a la población en espacios abiertos, que aparentaban estar integrados en o convivir con la naturaleza, y que aprovechaban al máximo la integración de las nuevas tecnologías de transporte y construcción en la planificación urbana y el diseño arquitectónico. Niegan el modelo denso y práctico de los centros urbanos que prevaleció por siglos en el antiguo y el nuevo continente. Esta decisión cambió la idea e imagen de la ciudad, en donde la prioridad del automóvil sobre el peatón destruyó los componentes fundamentales que definían el ámbito urbano: tipologías desaparecieron, usos fueron segregados y distanciados, y los espacios de interacción humana fueron desplazados por amplias carreteras y estacionamientos desérticos, dominados no por personas, sino por conductores y sus vehículos.
A pesar de esto, han surgido movimientos urbanos y arquitectonicos durante las últimas tres decadas que buscan ofrecer alternativas a las normas Euclidianas existentes. Por ejemplo, los proyectos desarrollados bajo el emblema del Nuevo Urbanismo (movimiento fundado por Duany Plater-Zyberk en Florida) han tomado la iniciativa de regresarle al peatón el ámbito urbano, creando lugares basados en la forma, escala y desarrallo de la ciudad tradicional, el modelo prevalente antes de mediados del siglo XX. Los espacios urbanos en estos proyectos no se basan en los requisitos y maniobras del automovil, sino en las necesidades y la mobilidad del ser humano. Estos nuevos lugares, como Seaside en Florida, dependen del estudio de precedentes y la aplicación y reinterpretación de las formas urbanas y arquitectónicas que una vez dominaron la forma urbis y aparentan haber desaparecido. Dentro de este contexto, más denso de lo que se acostumbra a edificar, no existe la separación, sino la integración de varios usos y tipologías, para crear un ambiente diverso que (idealmente) es autosuficiente.
Esta diversidad de usos significa que la ciudad no está divida en distritos que funcionan a base del transporte vehicular. Es todo lo contrario: dentro de un mismo eficio, por ejemplo, se encuentran espacios comerciales, oficinas, y apartamentos, cada uno en un diferente nivel, divididos por pisos y conectados verticalmente por escaleras y ascensores. Esta idea ha sido retomada de los diversos edificios que rodean las plazas y definen las vías de los centros históricos en ciudades europeas y norte americanas, como Piazza della Rotonda en Roma y King Street en Alexandria, Virginia en Estados Unidos. Ésta es la manera más eficiente de construir, ya que aprovecha al máximo el espacio disponible (existe la posibilidad de crecer verticalmente) y crea una proximidad a diversos servicios, accesibles a pie. Disminuye la necesidad y dependencia del automóvil y por lo tanto, es un gasto menos de gasolina, un auto menos que contribuye a la contaminación del aire, no se desperdicia tiempo en trafico o buscando parqueo, y ejercita el cuerpo humano y la interaccion social, ya que no se encuentra en un ambiente aislado del resto de su contorno. El punto no es deshacerse por completo de nuestros vehículos, sino de crear una mejor integración de opciones y oportunidades de transporte y mobilidad dentro de nuestros vecindarios, pueblos y ciudades.
Estos cambios eventualmente afectarán la percepción de los espacios públicos dentro del contexto urbano, que son un desperdicio si no son fácilmente accesibles; por lo tanto, támpoco son lugares activos, en donde ciudadanos y visitantes puedan socializar. Las áreas verdes o pavimentadas, con monumentos, bancas y fuentes, tienen una función ornamnetal superficial si se utilizan más como puntos de referencia o circulación vehicular que como áreas de interacción comercial, contemplativa o ceremonial. Durante las últimas dos décadas, hemos visto la necesidad de hacer cambios gubernamentales, económicos y ecológicos para el bienestar de la humanidad y nuestro planeta. Es necesario también contribuir como diseñadores y planificadores de manera no simplemente funcional, sino eficiente, práctica y estética en la edificación de edificios y ciudades, a una escala humana que integre diversos tipos de circulación y accesibilidad. Nuestra contribución puede ser por medio de la revitalización de los aspectos urbanos que enriquesen nuestra experiencia cultural, social y economica.
La revitalización de los espacios públicos es un primer paso necesario para poder retomar la imagen positiva de la ciudad que fue destruída durante la era industrial, y dejó de ser el ideal habitacional desde la aprición del suburbio. Precismante por ser público, en otras palabras, que pertenece a todos, es que es necesario revivir estos espacios para reintroducir las ideas que hacen que una ciudad no solamente sea un lugar necesario y funcional, sino eficiente, ideal y estético. Para esto se necesita hacer dos cosas: la reintegracion del acceso peatonal y la revitalizacion de las areas acceibles al publico dentro del controno urbano, es decir las vias, calles, avenidas y espacios públicos como plazas y parques. Para reanimar el reino público (public realm), es imprescindible ofrecer un perímetro con diversidad de usos, particularmente comerciales, que ofrezcan diversos servicios y bienes para los habitantes y visitantes de la ciudad.